Borrón y cuenta nueva

“Si algo o alguien no te agrada, quítale el único poder que tiene: tu atención”.

Hoy quiero contaros un cuento, cuyo parecido con la realidad es posible que no sea pura coincidencia. Eso sí, seguro que es una historia que os puede sonar muy cercana.

Érase una vez la princesa Athir, del reino del norte, y el príncipe Hokap, del reino del sur, que se enamoraron perdidamente y decidieron unir sus vidas para siempre, primero por el rito religioso de aquellas tierras y, después, por el rito que más une a una pareja, el rito hipotecario.

Fueron felices y comieron perdices durante unos cuantos años, pero el príncipe se fue cansando de escuchar cada día las canciones preferidas de su amada: “Aquí se hace lo que diga yo” y “Yo soy así y así seguiré, nunca cambiaré”.

Finalmente, el amor se quebró por una gota que terminó de colmar el vaso de la paciencia del príncipe Hokap. La princesa Athir también decidió el nombre del segundo hijo de la pareja, contra la voluntad de su gentil consorte, y los príncipes decidieron separarse.

Los príncipes no supieron pasar página de sus problemas durante la convivencia, ni tampoco terminaron de cambiar de libro tras ella. Seguían leyendo el best seller de aquella época: “La bestia de gananciales”.

Por fin, el príncipe decidió que era hora de liquidar a la bestia y la princesa aceptó el reto. Habían pasado lustros desde la triste y desgarradora separación y, ya con vidas y actitudes aparentemente renovadas, el príncipe Hokap tenía la esperanza de que la princesa Athir hubiera cambiado su repertorio de canciones preferidas y atendiera sus promesas.

Pero no fue así. Por desgracia, ahora su frase preferida era “Donde dije digo, digo Diego” y su canción “My way”, de Sinatra. Y lo que empezó siendo un acuerdo A, minutos antes de firmar ante el notario mayor del reino, se convirtió en el acuerdo R. La princesa Athir podía cambiar los términos del acuerdo a su libre albedrío, pero el príncipe no podía ni sugerirlo.

Y en la angustiada mente del príncipe se amontonaban un sinfín de preguntas: ¿Firmar o no firmar, esa era la cuestión?, ¿Terminar de liquidar a la bestia de gananciales o seguir unidos por ella?, ¿Acudir a la llamada del ego o a la de la razón?, ¿Dejarse arrastrar por la ira y la frustración o seguir adelante con temple y cambiar de libro?, ¿Seguir malviviendo arrastrado por el resentimiento o borrón y cuenta nueva?

¿Qué hizo el príncipe, os preguntaréis?, ¿Qué hubieras hecho tú, te pregunto yo? El príncipe hablo con su letrado y decidió que era el momento de liquidar a la bestia de gananciales, a la bestia del resentimiento, cambiar de libro y empezar una nueva historia. Y colorín colorado, una nueva historia ha empezado”.

¿Qué estás haciendo con tu vida?, ¿Pasas página o incluso cambias de libro para seguir viviendo, o te empeñas en alimentar el rencor y anclarte al pasado?

El resentimiento es un estado de ánimo muy limitativo que nos hace tirar nuestra vida por la borda, nos impide avanzar hacia un futuro mejor o distinto, anclándonos en el pasado y desaprovechando una cantidad ingente de energía.

El resentimiento es “el veneno que me tomo yo para que te mueras tú”. Por tanto, el principal malparado del rencor es uno mismo.

¿Qué quieres hacer con ello?, ¿Qué puedes hacer para liberarte?

Como mínimo se me ocurren cuatro pasos que puedes dar, desde mi punto de vista:

  • Darle una patada a tu ego en el trasero y priorizar tu salud personal a la económica, sin descuidar un mínimo de dignidad y decoro al respecto.
  • Aprender de tus errores y tirar millas. Yo he cometido muchos errores en mi vida. Lo que más me ha ayudado a superarlos es pedir sinceras disculpas a las personas afectadas, quieran o no aceptarlas, hacer propósito de enmienda, aprendiendo a no tropezar de nuevo y con la misma piedra, y tirar el látigo de la culpabilidad a la basura.
  • Perdonarte a las personas que quieren agarrarte con su resentimiento y tirar de ti al hoyo del pasado para que no salgas de allí. Esto arrebata el único poder de la persona que quiere arrastrarnos con su resentimiento: nuestra atención.
  • Ser generoso perdonando las ofensas de los que te muestran resentimiento. En verdad, si miras con compasión a los resentidos, bastante tienen con aguantarse a sí mismos todos los días. Nosotros solo los aguantamos a ratos.

Concluyendo, las personas vitales, los líderes ágiles que basan su autoridad en la confianza, eligen sumar y no restar, eligen abandonar cualquier tipo de rencor con las personas que le rodean, pasando página o cambiando de libro, a veces. En definitiva, hacen borrón y cuenta nueva, y sienten la liviandad de soltar anclas del pasado.

Por favor, no pongas cruces negras a los demás, ni dejes que las cruces negras que te pongan otros afecten en demasía a tu estado de ánimo. Cualquier alternativa es mejor que estar envenenado por el pasado ya que estar resentido es estar muerto en vida.

Por último, te pido que contestes a estas preguntas de reflexión finales:

  • ¿Cuántos resentimientos tienes pendientes de resolver actualmente?
  • ¿Cómo te están afectando a tu día a día?
  • ¿Has contrastado lo anterior con la gente que te quiere bien?
  • ¿Qué vas a hacer para levantar el ancla y empezar tu nueva historia?

Si te pareció interesante este post, te pido que lo compartas en redes sociales. Muchas gracias de corazón y, recuerda, no basta con la reflexión, para avanzar es necesario pasar a la acción.

Formato papel: https://www.amazon.es/dp/B08B362B91

Formato digital: https://www.amazon.es/dp/B089S619Q8

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

Web construida con WordPress.com.

Subir ↑

A %d blogueros les gusta esto: