¿Qué pasa si no pasa nada?

Las tres claves del cambio humano.

Según la teoría de gestión del cambio y también por experiencia personal, las tres claves principales para que las personas cambiemos de verdad son:

  1. Burning platform: para que adoptemos un cambio estratégico tenemos que sentir que es importante. Por ejemplo, todos hemos aceptado el confinamiento durante estos meses porque entendíamos que el cambio de comportamiento social y de movilidad eran importantes para salvar vidas, si no, podíamos “abrasarnos” con el número total de fallecidos.
  2. Consequence Management: pagar un coste por no cambiar, pero que sea lo suficientemente doloroso para que aprendamos más pronto que tarde. Por ejemplo, el carné por puntos en España nos enseñó a todos a conducir por la derecha y con prudencia. No cambiar nuestros hábitos de conducción podía salirnos muy caro y doloroso; no solo la multa correspondiente, sino también la pérdida de dicha licencia, con las posibles consecuencias que derivan de ello.
  3. Visión esperanzadora: la luz al final del túnel. Por ejemplo, al final de la desescalada volveremos a tener una “nueva normalidad”, y más allá, una normalidad sanitaria, social y económica más parecida, o igual, a la que teníamos antes de toda esta pesadilla.

¿Qué pasa cuando no pasa nada, doloroso?

Hace tiempo leí un artículo en el periódico (no me acuerdo de la autora) que decía algo que me impactó. “Tiempos adversos generan sociedades fuertes. Sociedades fuertes generan buenos tiempos. Buenos tiempos generan sociedades débiles. Sociedades débiles generan tiempos adversos”. Comparto este razonamiento.

Para mí, una sociedad débil se caracteriza por su alto grado de frustración ante la adversidad, por no soportar que la realidad sea diferente a sus expectativas de felicidad. Esto puede derivar en falta de responsabilidad y compromiso, a la hora de hacer lo necesario y correcto para encarar la adversidad, probablemente por no saber apreciar las cosas importantes y ser disciplinado para recuperarlas.

En definitiva, el no aprecio de lo importante, por no haber tenido que luchar en el día a día para conseguirlo o mantenerlo, deriva en un victimismo irresponsable, cuyas consecuencias pueden doler, y mucho, no solo a la “víctima irresponsable” sino también al resto de ciudadanos.

Y así nos va en diferentes ámbitos actualmente:

1.- Se han producido rebrotes por incumplir normas de sentido común que eviten tener que volver atrás en la desescalada de la pandemia. ¿Estas personas saben lo que nos estamos jugando?, ¿qué les impide acatarlas por el bien común, incluso el suyo propio?, ¿será que algunos de ellos han tenido una vida fácil y no aprecian lo que pueden perder, y hacer perder a nuestra sociedad en su conjunto?, ¿les importa realmente?, ¿qué consecuencias deberían pagar por saltarse dichas normas tan a la ligera?, ¿tenemos que ser una sociedad permisiva y “pagar justos por pecadores” o ser mucho más exigentes con los que causen rebrotes?

Creo que tienen que aprender a “ir despacio porque tenemos prisa” y, si no aprenden, que paguen consecuencias bien dolorosas (no solo multas y el confinamiento normal, sino un confinamiento superior que duela) porque nos estamos jugando demasiado. De corazón creo que hay que dar oportunidades a las personas, pero el número dichas oportunidades debe disminuir cuando lo que está en juego es muy importante, como en la actual situación.

Mapa de rebrotes

2.- ¿Y qué puedo decir de nuestros líderes políticos? Parece que hagan lo que hagan, nunca pasa nada. De la vergüenza que nos han hecho pasar en los últimos debates en el Congreso, ni hablo. A mí no me representan. Menudo espectáculo cuando nos jugamos el ser o no ser. Ni están demostrando ejemplaridad, ni capacidad de negociar para encontrar soluciones. Eso sí, agradezco lo que dijo Patxi López en la Comisión de Reconstrucción, sintetizándolo, “si no somos capaces ahora de demostrar para qué sirve la Política, en este momento tan crucial, ¿para qué servimos?”. ¡Qué buena pregunta!

Durante mi vida profesional, he visto las consecuencias de la ausencia de consecuencias dolorosas por las acciones improductivas, repetitivas y sin ninguna intención de cambio de actitud, por parte de algunas personas. El mensaje que se manda al sistema es demoledor. Hagas lo que hagas, da igual, no pasa nada. Esto deriva en una Cultura de empresa “buenista” que me recuerda la imagen del agua estancada, turbia y no potable. El agua debe correr para que sea saludable.

Lo anterior, genera debilidad, un no aprecio de lo que uno tiene, que deriva en falta de responsabilidad y compromiso, habitualmente instalado en el victimismo, que daña a los sistemas empresariales y sociales.

Hasta que las personas de las empresas y de nuestra sociedad no paguemos el coste doloroso de no cambiar de actitud ante la realidad adversa, correremos el alto riesgo de no recuperar nuestra normalidad social y económica, y de carecer de organizaciones saludables donde se premie el talento comprometido, sin que paguen justos por pecadores irresponsables e instalados en el victimismo.

Si te ha parecido interesante el post/podcast, te pido que lo compartas en redes sociales. Muchas gracias de corazón por seguir este blog, y recuerda, no basta con la reflexión, para avanzar es necesario pasar a la acción. ¡Sigue las recomendaciones sanitarias, por favor!

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