“La disculpa sincera, y no el paso del tiempo, pone todo en su lugar”, Paco Cruz.
¿Puedo recuperar la confianza perdida con una persona?
Esta pregunta tan potente me la hizo un participante en un programa de formación sobre “Liderazgo influyente” hace tiempo. Me quedé pensando unos segundos, para darle mi más honesta y argumentada respuesta, y le dije “sí”, finalmente. ¿Estás de acuerdo?
Acto seguido, me preguntó “cómo hacerlo” y tuvimos un debate muy interesante en el grupo. A partir de lo debatido y tras ordenar las ideas comentadas, quiero destacar varios factores a tener en cuenta para responder a las dos preguntas anteriores:
- ¿Cuál fue la causa de la quiebra de la confianza?
Hay causas que multiplican por cero la confianza existente en la relación con otra persona. Por ejemplo, una falta gruesa de respeto, la ausencia de empatía ante un daño emocional ocasionado, el incumplimiento reiterado de promesas importantes, sentirte manipulado por intereses ocultos de la otra persona, etc.
Si la causa de la quiebra fue de esta naturaleza, repararla será realmente complicado, pero no imposible. Eso sí, habrá que poner nuestro mejor empeño en ello.
- ¿Cuál es la actitud del causante de la quiebra de confianza?
Hay actitudes que no ayudan en absoluto a restaurar la confianza perdida: el orgullo excesivo, la falta de autocrítica, las ganas de tener siempre la razón, la necesidad de echar balones fuera, ponerse a la defensiva y atacar con reproches, etc.
Por tanto, reconocer con humildad nuestro arrepentimiento y responsabilidad al respecto, empatizar honestamente con la persona dañada y demostrar propósito de enmienda con un cambio de actitud basado en hechos, facilitará más la recuperación de la confianza quebrada.
Ejemplo de disculpa eficaz: “Siento llegar tarde. Sé que te molesta esperar. La próxima vez saldré más temprano de casa”. La verdad, releo el ejemplo y es puro sentido común. Conozco a muy pocas personas que apliquen dicho sentido común. ¿Y tú?

- ¿Cuál es la actitud del afectado en su confianza?
También aquí pueden aflorar actitudes que no ayuden en absoluto. Entender la humildad del causante que se disculpa como debilidad y aprovechar la situación para meter el dedo en la llaga, y desahogarnos, supone no ofrecer el espacio mínimo al causante para la reparación de la confianza.
Si alguien tiene la grandeza de disculparse honestamente con nosotros, como punto de partida o Km. 0 para reparar la confianza perdida, creo que la magnanimidad ha de ser nuestra actitud guía. Fácil decirlo, difícil hacerlo, ¿verdad?
La juventud es una cuestión de actitud y no del número de años según mi D.N.I.
Empezamos a hacernos muy mayores cuando el ego nos impide hacer lo que nos hace sentir felices y cuando decidimos no disculparnos sinceramente tras cometer un error importante con una persona relevante en nuestra vida. ¿Cuán mayor te sientes?
Déjame que te cuente una historia real personal:
“Hace muchos años, en una reunión familiar que celebramos en casa, me puse a buscar un kit de ping-pong que solía guardar en el armario del hall para ir a jugar con mis hijos al parque más tarde. No encontraba el kit y pensé que Iker, mi hijo pequeño, había sido el último en utilizarlo y que Dios sabía dónde lo habría dejado.
Me fui al comedor, donde estaba toda la familia y, muy enfadado, le eché una buena bronca. Iker negaba que fuera el responsable y yo no le creí, a pesar de su insistencia.
Unos minutos más tarde, fui a mi habitación a cambiarme y encontré el susodicho kit en el armario; caí en la cuenta de que yo lo había puesto allí el día anterior. Estuve muy tentado por guardar en secreto el hallazgo, la verdad, pero, finalmente, fui al comedor y, delante de toda la familia, le pedí perdón por la bronca injusta recibida y por no haberle creído.
Me fui al dormitorio de nuevo para cambiarme de ropa y, mira tú por donde, Iker entró, transcurridos unos segundos, y me dijo: “no pasa nada Papá, te perdono” y me dio un abrazo”.
Estoy escribiendo este post y todavía me conmueve la generosidad de Iker y su abrazo.
¿Qué tipo de orgullo malentendido impide a las personas “mayores” pedir disculpas sinceras o aceptarlas con generosidad?, ¿Qué impacto tiene esta actitud en nuestra vida?, ¿Qué vas a hacer para pasar por la casilla del Km. 0?
Concluyendo, los líderes y personas de fiar, eligen disculparse sinceramente cuando se equivocan, empatizando con el daño emocional causado en la otra persona y haciendo propósito de enmienda, refrendado por los hechos o cambio real de actitud.
También eligen ofrecer un espacio al causante de la quiebra de la confianza, para que se disculpe honestamente y así poder restaurar la confianza, aceptando dicha disculpa. Estas actitudes rejuvenecen a las personas, sin duda alguna.
Por último, te pido que contestes a estas preguntas de reflexión finales:
- ¿Qué disculpas sinceras tienes en la bandeja de “pendientes” actualmente?
- ¿Qué te impide pedir dichas disculpas sinceras?
- ¿Qué espacio ofreces a los demás para que se disculpen contigo?
Si te pareció interesante este post, te pido que lo compartas en redes sociales. Muchas gracias de corazón y, recuerda, no basta con la reflexión, para avanzar es necesario pasar a la acción.

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