«No hay razón donde hay fuerza.”, Calderón de la Barca.
Cuento de Adela Zamudio: “La razón y la fuerza”.
“La razón y la fuerza se presentaron un día ante el tribunal de la Justicia a resolver un reñido litigio. La Justicia se declaró en favor de la Razón. La Fuerza alegó sus glorias que llenan la historia y su innegable preponderancia universal en todas las épocas; pero la Justicia se mostró inflexible.
—Tus triunfos no significan para mí más que barbarie; sólo sentenciaré a tu favor cuando te halles de acuerdo con la Razón, le dijo.
Las dos litigantes se retiraron, cada cual por su lado, y en el camino, la Fuerza se encontró con la Hipocresía y le contó el fracaso que acababa de sufrir.
—Has declarado tus ambiciones con demasiada franqueza, le dijo ésta. — Si te hubieses revestido de los atributos de tu enemiga, el resultado hubiera sido distinto.
La Fuerza aprovechó el consejo: Aguardó a que la Razón estuviese dormida o descuidada, le robó sus vestiduras, se disfrazó con ellas, y adoptando sus maneras y lenguaje, se presentó a la Justicia con su memorial en la mano.
—Leedlo, señora, le dijo. Todo lo que pido es en nombre de la Patria, de la Humanidad, de la Religión.
La justicia que es algo cegatona, se colocó los anteojos, puso su visto bueno al documento y le imprimió el sello augusto de su ministerio.
La Fuerza se fue en busca de la Hipocresía.
—Eres hábil, le dijo, y me conviene tomarte a mi servicio; pero la vileza repugnante de tu aspecto podría perjudicarme. Es necesario que cambies de traje.
La Hipocresía se dirigió a casa de la Prudencia.
—Vecina, dijo, hágame el favor de prestarme uno de sus trajes, el más decente. Me propongo una loable empresa.
La Prudencia mantiene su lámpara encendida y goza de muy buena vista, pero el papel había estado tan bien representado que se engañó: Creyó en las buenas intenciones de aquella vecina y le confió un traje de diplomático.
Desde entonces, cuando la Fuerza no puede realizar por sí sola alguna de sus hazañas, se asocia a la Hipocresía y casi siempre logra triunfar.”
¿Qué microclima genera tu estilo de liderazgo?
Un líder puede generar un microclima borrascoso para su equipo si opta por aplicar un estilo de liderazgo basado, principalmente, en la razón de la fuerza, en la jerarquía de sus galones, bien revestido de una gran dosis de hipocresía en la mayoría de las ocasiones.
En este microclima, las personas solemos actuar desde el miedo, que es una palanca de movilización muy potente. Eso sí, las personas que actúan desde el miedo lo hacen bien huyendo (dejan su cuerpo, pero se llevan su espíritu a otra parte “más soleada”), bien bloqueándose, bien atacando o, lo que es peor, sometiéndose a la razón de la fuerza.
Esta manera de movilizar voluntades puede obtener resultados a corto plazo, pero en el medio y largo plazo se convertirá en la crónica de una huida anunciada del compromiso de las personas de los equipos y, por ende, de la aplicación de su talento al quehacer diario.
El indicador más claro que evidencia un entorno de convivencia borrascoso es el número de veces que los colaboradores no se atreven a decir lo que piensan al líder, cuando no comparten sus ideas en temas relevantes, por miedo a sus posibles represalias.
Este comportamiento evasivo puede llegar a desembocar en la asunción tácita de sus relatos y propuestas carentes de todo sentido común, produciéndose una abdicación de las propias convicciones y un sometimiento a la voluntad del líder. Y así hasta el infinito.
Por tanto, llegado este caso, ¿Cuántos responsables han generado este círculo vicioso?
El líder es el principal responsable por acción, pero el colaborador también es responsable secundario por inacción, revestida también de su dosis de hipocresía. Por tanto, ¿qué primer paso debemos dar para generar entornos anticiclónicos de trabajo?:
- Un buen líder actual procura basar su influencia en el equipo en la fuerza justa de la razón de sus argumentos (tarea más exigente que la aplicación pura y dura de la fuerza de los galones) y despojado de toda falsa hipocresía.
- Ahora bien, un buen equipo y auténtico, también ha de procurar no huir o someterse al líder, por miedo o falta de autoestima, exponiendo su posición y propuestas con sólidos argumentos y con ánimo constructivo.
Y si el líder no es receptivo adaptando su actitud, es posible que sea el momento de cambiar al líder, o abandonarlo y buscar otros equipos de trabajo.
En mi opinión, estamos viviendo un momento histórico donde, despojado de todo disfraz, el principio “El poder tiene la razón” se está abriendo paso frente al principio de “La fuerza de la razón”, el sentido común y, a veces, la propia legalidad internacional.
Cada uno de nosotros ha de poner su grano de arena para que esta ola de cambio no acabe por anegar el terrero trabajosamente conquistado por el poder de convencimiento de la palabra, del argumento sólido y de la razón, que facilita la colaboración sana y duradera de equipos, comunidades e, incluso, estados históricamente socios.
Por último, te pido que te contestes sinceramente las siguientes preguntas:
- ¿Qué microclima estás generando en tu equipo hoy día?
- ¿Tu equipo te expone de forma transparente su punto de vista real?
- ¿Tienes mucha rotación de personas en el equipo?
- ¿Qué te impide generar un microclima de confianza y “soleado” en tu equipo?
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Muchas gracias de corazón y, recuerda, no basta con la reflexión, para avanzar es necesario pasar a la acción.



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