Padres, queremos jugar.

Este post está dirigido a los padres y madres de hijos deportistas, en particular, aunque creo que también puede ser de interés para cualquier lector de mi blog, en general.

Hace tiempo que doy vueltas al tema de fondo de este post. Las reflexiones de mi último post “Gorila u Homo Sapiens” y un comentario de Pablo, el entrenador del equipo de baloncesto al que tengo el privilegio de ayudar como delegado, me han animado a escribir este artículo.

Importante, este post recoge mis reflexiones basadas en la experiencia personal de muchos años como seguidor de los partidos de fútbol y baloncesto de mis hijos, Julen e Iker. Mi intención es compartir estas reflexiones por si decidís que os pueden ser útiles, nunca dar lecciones a nadie de cómo debe educar a sus hijos. ¿Quién soy yo para hacerlo?

Dicho lo anterior, vayamos al grano de la cuestión.

Primero: ¿Para qué juegan nuestros hijos al baloncesto, fútbol, tenis, etc.?

Según el estudio del Consejo Superior de Deportes “Los hábitos deportivos de la población escolar en España”, los motivos de nuestros hijos para practicar una actividad deportiva son:

  • Motivos de afiliación, en el 61% de los casos: “Me gusta la actividad deportiva” (53%), “Por hacer nuevos amigos” (5%) o “Porque lo hacen mis amigos” (3%).
  • Motivos de demostración de capacidad, en el 9% de los casos: “Quiero ser deportista profesional”.

Hay una gráfica muy interesante en la pag. 74 del estudio, donde muestra los motivos para practicar la actividad deportiva por edades:

  • De 6 a 7 años de edad: 85% son motivos de afiliación y 8% demostración de capacidad.
  • Estos motivos van equilibrándose en edades más avanzadas (de 16 a 18 años, 52% afiliación, 19% demostrar capacidad), pero los motivos de afiliación siempre están por encima de otros motivos, y por encima de demostración de capacidad también.

Segundo: ¿Para qué apuntamos a nuestros hijos a dichas actividades deportivas?

Además de por los motivos antes expuestos en el estudio (qué padre o madre no quiere que su hijo disfrute haciendo deporte y se sienta feliz haciendo amigos), seguro que hay un propósito educacional en ello. Al menos por mi parte siempre lo ha habido.

Mis hijos han aprendido, jugando al fútbol y al baloncesto, valores como “esfuerzoPadres, queremos jugar para mejorar”, “generosidad con el compañero”, “respeto al entrenador, adversario y árbitros”, “aceptación de la derrota”, “saber ganar”, “aceptación de la frustración”, etc., importantes para la práctica del deporte, en particular, y de la vida, en general.

¿Esto mismo pueden aprenderlo en casa, en el colegio? Por supuesto que sí e imagino que estaremos de acuerdo en que el entorno deportivo facilita dicho aprendizaje. Un entorno de juego, diversión y compañerismo, elegido por los chavales, es un ecosistema único y fantástico que facilita la interiorización de dichos valores.

Además, ¿Qué autoridad suele tener el entrenador del equipo con nuestros hijos? La verdad, los buenos entrenadores tienen más capacidad de influencia, a veces, que los propios padres. Goyo, uno de los mejores entrenadores que ha tenido mi hijo Iker, tiene una enorme ascendencia y capacidad de influir sobre él. Y yo me alegro porque sé que su intención es positiva, siempre.

Tercero y pregunta del millón, ¿Cuál es el comportamiento de algunos padres respecto a este entorno único y fantástico de aprendizaje de sus hijos? Como he dicho al principio, voy a hablar de mi experiencia y sin ánimo de aleccionar a nadie. Mi experiencia me dice que algunos padres y madres se comportan como “elefantes en una cacharrería”. ¿Y tú qué opinas?

¿Qué errores cometen los padres “elefantes en una cacharrería” en algunas ocasiones? ¿Qué aprendizaje de sus “cachorros” dificultan, sobre valores fundamentales de liderazgo personal?

Estos son algunos errores que yo he visto cometer y sus posibles consecuencias:

  • Gritar a los árbitros e, incluso, faltarles al respeto. A mí esto me parece una incoherencia en toda regla. Estoy seguro que todos los padres y madres pedimos, exigimos, a nuestros hijos que nos respeten. ¿Y luego vamos a verles jugar y nuestros actos van en dirección opuesta? Estoy convencido que muchos chavales sienten vergüenza al respecto o, lo que es peor, si no la sienten puede que terminen haciendo lo mismo. ¿Realmente es lo que deseas? Por supuesto esta misma reflexión aplica si los improperios van dirigidos a entrenadores, chavales del equipo rival o del propio de nuestros hijos.
  • Maldecir las decisiones del árbitro. Ya sé que hay árbitros inflexibles, a veces un poco  retadores, incluso alguno se levanta el día del partido con ganas de fastidiar a nuestro equipo expresamente (la ironía me puede a veces). Ahora bien, maldecir sus decisiones invita a nuestros chavales a no gestionar la frustración de la realidad (la vida no es justa) y a instalarse en un victimismo que les dificulta analizar qué pueden hacer para mejorar, sin echar la culpa a terceros. ¿Realmente es lo que deseas? Respecto a la incoherencia que supone también, ni siquiera entro a explicitarla.
  • Dar instrucciones al chaval de cómo tiene que jugar. Este es la bomba. En vez de respetar un espacio de libertad y crecimiento de los chavales, un espacio de autoridad de los entrenadores, me entrometo, doy mis recetas y, muchas veces, en temas técnico-tácticos sobre los que no tengo formación alguna. ¿Qué puedo decir al respecto? Sólo se me ocurren tres preguntas ¿a qué te dedicas profesionalmente?, ¿Cómo te sentirías si fuera a invadir tu espacio profesional dándote recetas de cómo tienes que hacer las cosas y sin preparación alguna al respecto? Y la más importante, ¿Cómo afecta esta intromisión en el aprendizaje del chaval en la toma de decisiones durante el partido?
  • Comentar a tu hijo/a sólo lo que hace mal para que llegue a ser el mejor. Además de lo dicho anteriormente, quiero añadir dos cosas:
    • Animar a nuestros hijos reforzando sus puntos fuertes es muy importante para que ganen autoestima. Van a disfrutar de su actividad deportiva, no se la amargues tú, por favor. No le amargues, ni la actividad ni la autoestima. ¿Realmente es lo que deseas?
    • Messi, Cristiano, Jordan, “El increíble Llull”, Rafa Nadal, etc. Llegar a su nivel está al alcance real de muy, muy pocos. La perfección está al alcance de unos privilegiados que tienen mucho talento y han trabajado muy duro toda la vida. La mayoría somos “mortales” que queremos disfrutar del camino, de la actividad deportiva, sin estar pensando en llegar a ser una estrella. A mi juicio, muchos padres y madres están cegados por la idea de que sus hijos lleguen a ser unas “estrellas” y ayudan a que se “estrellen” en su diversión y aprendizaje. ¿Realmente es lo que deseas?
  • Comentar, incluso exigir, al entrenador que tu hijo debe jugar más. Ser entrenador en España es vocacional, honestamente. Amamos el deporte y la educación en valores de los chavales, la inmensa mayoría de los entrenadores, por no decir todos. Además, los equipos tienen unas normas que los chavales aceptan con toda naturalidad. Quien no viene a entrenar no juega, el que trabaja mejor durante la semana sale de titular, el que se esfuerza más en el partido sigue jugando, etc. Cuestionar las decisiones del entrenador, en privado con el chaval o, directamente, al entrenador, tiende a generar frustración en los chavales, agravios comparativos artificiales (los chavales no suelen planteárselo por sí mismos) que vician el entorno de diversión y aprendizaje de su equipo deportivo.
  • Seguro que me dejo algunos errores más sin comentar, del “elefante en la cacharrería”. Estaré encantado que los comentéis en el blog, tras las publicación de este post.

Concluyendo, la mayoría de los chavales hacen deporte para divertirse y hacer amigos. Este entorno es excepcional para complementar la educación en valores de nuestros hijos y merece la pena cuidarlo.

Un padre / madre elije ser ejemplar, respetar y apoyar dicho entorno por la felicidad de sus hijos, evitando cometer los errores del “elefante en cacharrería”. ¿Hay alguna razón superior a ésta? Y, por supuesto, ayudar a mejorarlo si es necesario, utilizando los canales y las formas adecuados para ello.

Por último, te invito a:

  • Disfrutar de este vídeo (13 minutos) de la sicóloga Patricia Ramírez, sobre cómo cuidar la autoestima de los chavales que es muy interesante, a mi juicio.
  • Seguir las recomendaciones de este cartel publicitario del ayuntamiento de Torrejón de Ardoz, sencillo, directo y con sentido del humor. 🙂

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Te pido que escribas tus comentarios a este post a pie de página y que lo recomiendes si te resultó interesante. Muchas gracias.

8 comentarios sobre “Padres, queremos jugar.

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    1. Gracias Alfonso por tu comentario. El propósito del post es meditar al respecto, por supuesto. Y, si me permites la petición, proponernos cambiar algún comportamiento concreto a corto plazo, si aplica, para que no quede la reflexión en agua de borrajas.

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